Brecha salarial vs brecha laboral
La última jornada de huelga ha puesto sobre el tapete diversas cuestiones que se pueden debatir desde la perspectiva del derecho laboral y desde el aséptico punto de vista de un Letrado, en este caso Letrada, que intenta hacer partícipes a los lectores de sus humildes conocimientos, prescindiendo dentro de la medida de lo posible de la dimensión política, que por otra parte le resulta ajena.
Lo que se ha dado en llamar “brecha salarial” realmente es una “brecha laboral”. No es cierto que los hombres, así de forma genérica y como colectivo, cobren sueldos superiores a las mujeres. Ningún empresario hace esto, ni ningún Convenio puede contemplar una diferencia de salarios por razón de sexo porque esa actuación o esa regulación en su caso, sería claramente ilegal y contraria a las leyes, entre otras a nuestra Constitución y, haría las delicias de cualquier despacho laboralista porque sería un litigio a ganar en cualquier Juzgado de lo social, incluso ante la jurisdicción penal por atentar contra los derechos de los trabajadores, en este caso trabajadoras. Parece que tal afirmación, a estas alturas es algo que no admite discusión. Iré más allá, en estos días inundan las redes y las publicaciones de toda índole las informaciones y los estudios que sitúan nuestro país entre los más igualitarios de Europa por delante incluso de Francia y Alemania.
Al margen de estas cuestiones, en las que no voy a profundizar, hay datos sin embargo que tampoco admiten discusión porque son una realidad: los hombres como media trabajan más horas que las mujeres, trabajan en sectores mejor remunerados y renuncian en menor medida a sus carreras profesionales al ser padres. Esos factores, que yo no digo que sean justos y que no haya que atajar, son los que marcan las diferencias salariales entre trabajadores de uno y otro sexo.
Esas situaciones desiguales responden indudablemente a diferentes factores, de índole biológica, ideológica, cultural, influyen además las cuestiones de gustos o preferencias al elegir distintos estudios o carreras, unos factores son elegidos, otros factores vienen impuestos… y son todas estas circunstancias las que se deben corregir de manera eficaz si lo que se pretende es un trato igualitario en todos los niveles, sin distinciones por razón de sexo. Que es a lo que tiene que tender una sociedad moderna como la nuestra.
Se debe evitar por todos los medios que a una empresa no le resulte rentable contratar a una mujer por el simple hecho de que pueda o tenga en perspectiva quedarse embarazada. Se debe impedir que una mujer tenga que elegir entre cuidar a sus hijos o conservar su puesto de trabajo. El camino es arduo y queda mucho por cambiar, pero y, aquí sí me voy a permitir una opinión personal, no creo que la solución pase por politizar el problema. Se precisan medidas legales y soluciones valientes. Como decía la Sra. Curie el victimismo es el argumento del débil y, a mi entender, la postura adoptada por algunos sectores de nuestra sociedad no ayuda mucho en una lucha que lleva años produciéndose, que tiene que seguirse defendiendo y que merece soluciones valientes y razonadas.
Mª del Rosario Sánchez Gago
Socia de SGVG Abogados y especialista en Derecho laboral.
